Johnny Depp explicó para la revista Rolling Stone lo que significó para él la ruptura con la francesa Vanessa Paradis, con quien estuvo 14 años.

“Los últimos dos años han sido algo accidentados. A veces es desagradable, pero esa es la naturaleza de las rupturas”.

La pareja, que vivía entre el sur de Francia, Hollywood y Manhattan, tiene  dos niños, Lily Rose, de 14 años, y John Christopher, de 11. “No fue fácil para ella. No fue fácil para mí. No fue fácil para los niños. En una relación, tú juegas hasta que se acaba, una cosa lleva a otra. Así que por cualquiera que sea la razón de la ruptura, eso no significa que te deje de importar esa persona, que es la madre de tus hijos, que siempre sabrás de ella”.

“Tenía algo en qué concentrarme, que era asegurarme de que mis hijos iban a estar bien”, expresó la estrella, que cumplió 50 años recientemente.

“A mis hijos les decimos 75 veces al día que los amamos. Una cosa que sé es que se sienten amados, seguros, felices y necesariamente parte de algo”.

Johnny Depp ha confesado que es ciego de un ojo, lo que reduce su visibilidad enormemente.

Este problema con la visión tiene imposible arreglo, de ahí que use gafas de sol cada vez que se ve obligado a aparecer en público. Johnny Depp confesó sobre su problema que “nunca he tenido el tipo de vista del que normalmente disfrutan los humanos, ya que para mí todo lo que me rodea ha sido borroso desde el día en que nací. Veo menos que un murciélago desde el primer día de mi vida. No hay nada que pueda admirar sin tener que forzar la vista primero y, evidentemente, eso es un gran problema para mí cada vez que tengo que interpretar un papel cuyo personaje no lleva gafas”.

Sobre el mundo del cine y cómo ve el momento que está viviendo esta industria en Hollywood ha comentado que “pienso todos los días en retirarme, de verdad. Este negocio quema tus energías con rapidez y genera una gran presión mental que es difícil de superar. Mi cerebro está ya bastante cansado y el resto de mi cuerpo también, harto de tener que recorrer todos los túneles subterráneos de los hoteles o atravesar sus cocinas para poder salir sin ser visto. A veces siento que llevo la vida de un fugitivo y no la de un actor, lo que acentúa esa ansiedad que todos vivimos en nuestras profesiones. Tengo ganas de liberarme y relajarme de una vez, aunque también es cierto que no quiero ni puedo retirarme todavía. Mientras tenga la capacidad de seguir aprendiendo y de hacer cosas, creo que debo ajustarme a ese plan y aprovechar el tiempo para ser productivo”.